El fortalecimiento de la educación pública debe ser un proceso integral
Hasta la fecha, el proyecto ha trabajado con el Colegio Técnico Profesional de Purral, el Liceo Castro Madriz, el Colegio Técnico Profesional de San Sebastián y el Liceo Rodrigo Facio. Foto cortesía TC-668
La educación es una de las áreas en donde es necesario mejorar la eficacia y la participación ciudadana en la política social. Esto fue lo que motivó a un equipo de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica (UCR) a plantear el proyecto de Trabajo Comunal Universitario (TCU) “Apoyo a la gestión local de programas públicos” (TC-665), afirmó la Lic. Sirlen Rivera Serrano, coordinadora de esta iniciativa.
Para Rivera es fundamental la generación de espacios desde la Escuela de Economía que acerquen a los estudiantes de la UCR a las realidades de las comunidades, fuera de la universidad.
El proyecto tiene como propósito contribuir al fortalecimiento de la educación pública mediante el desarrollo de dos objetivos principales. Por un lado, la capacitación y asistencia técnica a las Juntas Administrativas de centros educativos de secundaria y por otro, el acompañamiento a estudiantes de los dos últimos años de secundaria por medio del fortalecimiento de las habilidades comunicativas y de razonamiento cuantitativo mediante el programa Habilidades para la Vida de la Vicerrectoría de Vida Estudiantil.
Ver nota: Estudiantes de secundaria en Nicoya y Sarapiquí se preparan en habilidades para la vida.
Para la licenciada Rivera es de suma importancia apoyar la capacitación de las Juntas Administrativas debido a que son las que gestionan los recursos para infraestructura y equipamiento que el Ministerio de Educación Pública (MEP) asigna a los colegios.
“Muchas personas no tienen conocimientos y el MEP no tiene la capacidad para capacitar a las 5000 juntas que hay alrededor del país, (...) yo creo que está bien que Costa Rica tenga esta parte de darle poder a la sociedad civil de gestión local, pero también tiene que asegurarse de tener los instrumentos necesarios para que estas personas puedan hacer su gestión de la mejor manera. Yo he encontrado gente con muy buena voluntad trabajando en las juntas con todas las ganas de trabajar, pero no tienen los conocimientos y tampoco hay algo institucional [que los capacite]” afirmó.
Este proyecto trabaja con instituciones en las que apenas el 15% o menos de estudiantes que hacen la prueba resultan admitidos en la fase ordinaria de concurso a carrera de la UCR, de ahí la relevancia de aplicar el programa de Habilidades para la vida.
“El aporte que yo pienso más importante de este proyecto para los estudiantes del colegio es que los hace creer en sí mismos (...) este TCU más allá de cualquier habilidad que les estemos fomentando a los estudiantes, lo que más hacemos desde mi punto de vista es, enseñarles a los estudiantes que ellos pueden”.
Para Rivera la parte administrativa y el apoyo al estudiantado son dos áreas que no se pueden contemplar por separado si se pretende contribuir al mejoramiento de la eficacia de la educación pública en el país. El trabajo con jóvenes estudiantes y por otro lado con las juntas administrativas permite entender de una manera más integral la realidad de cada centro educativo.
Ian Espejo Campos, estudiante de economía que participó en el TCU, destaca que uno de los aspectos más relevantes del TCU es poder tener un espacio de trabajo interdisciplinario con estudiantes de otras carreras de la universidad, así como un aprendizaje lleno de retos que obligan al estudiantado a repensar la manera en que se está formando y entender que el aprendizaje no está solo en las aulas.
“Es mucho salirse de esa burbuja académica y darte cuenta que lo que estudiaste sirve para muchas cosas (...) uno no puede encerrarse en su individualismo, sin darse cuenta que hay un montón de personas que se están quedando rezagadas y no podemos movernos solos, tenemos que movernos como país, como sociedad para salir adelante, porque no podemos dejar a nadie atrás”.
Desde el año de su creación, en el 2016, el TCU ha tenido que evolucionar para adaptarse a las necesidades que se van identificando en los mismos centros educativos. Ha sido una suma de alianzas, entre entes privados como la Fundación Gente, entes internos de la universidad y entes públicos como los diferentes centros educativos.
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