Aunque con el paso de los años el Día Internacional de la Mujeres ha caído en las rutinas comerciales que procuran promocionar productos cosméticos, así como productos y servicios asociados, en realidad el origen de la fecha está marcado por la explotación laboral, muertes y la opresión policial hacia las primeras líderes que exigían condiciones de trabajo y salarios justos, derechos políticos y abolición del trabajo de menores de edad que lo hacían en condiciones infrahumanas.

Para reflexionar sobre estos desafíos, desde el 8 de marzo de 1911 se conmemora esta fecha, propuesta en 1910 en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague, para promover la igualdad de derechos y el sufragio femenino. Pero fue hasta el año 1975 que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ratificó el día como una celebración mundial, y en conmemoración de 120 trabajadoras de una fábrica textil que el 8 de marzo de 1857 marcharon por Nueva York para exigir una remuneración justa, y que como consecuencia del operativo policial 120 mujeres perdieron la vida .

Así cada 8 de marzo el mundo reflexiona sobre los logros alcanzados por las mujeres en sus luchas por una sociedad más igualitaria y un acceso equitativo a la educación, a la vida política y productiva.

Para este año el tema de conmemoración se ha denominado la “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, con el fin de reconocer la contribución que hacen millones de mujeres y niñas en sus comunidades para liderar iniciativas para un futuro más sostenible y disminuir los impactos por el cambio climático

Además, en todo el mundo, ese día millones de ellas marchan para levantar sus voces, exigiendo ser escuchadas y ser protagonistas del futuro en sus países y el pleno respeto a sus derechos humanos.

A la luz de esta de esta fecha, ONU-Mujeres remarca que cuando ellas se suman a iniciativas sostenibles su liderazgo genera una mayor acción, considerando que en muchas regiones son las responsables de abastecer de agua y alimentar a sus familias. Y con respecto al liderazgo político, solamente el 26% de las sillas legislativas del mundo son ocupadas por mujeres y solo 22% de ellas son nombradas como ministras de Estado.

En el caso costarricense, pese a que se ha avanzado para alcanzar la igualdad de género, aún falta diseñar políticas públicas para cerrar las brechas de género y el reconocimiento de los liderazgos que han ejercido las mujeres en sus comunidades, en la vida productiva y política del país. La Encuesta Continua de Empleo, con datos del último trimestre del 2021, revelaron que el desempleo femenino es del 21,9%, en contraposición del 12,8% de los hombres. El promedio para las naciones que son parte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), a la cual recientemente se incorporó Costa Rica, apenas llega al 5%, lo cual es uno de los retos planteados al país por parte de la OCDE.

Por su parte, en su último informe, el Programa Estado de la Nación, criticó que pese a que ellas tienen mejores perfiles académicos y profesionales, en comparación con los hombres, no tienen las mismas oportunidades laborales. A la fecha, en Costa Rica el 18% de los títulos universitarios en las carreras de las ciencias y tecnologías corresponde a mujeres, muy por debajo de la promedio mundial que ronda el 30%

Para el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), el 28,8% de las mujeres no logran un puesto de trabajo porque realizan trabajo doméstico no remunerado y el cuido de personas en su entorno familiar; situación que afecta solamente al 1,3% de hombres.

Otro de los factores que incidió la velocidad de los cambios fue la pandemia provocada por la COVID-19, que afectó principalmente a poblaciones vulnerabilizadas, entre ellas las mujeres. En ese sentido, el año pasado el Foro Económico Mundial señaló que las metas de paridad global disminuyeron su avance, y la organización calcula que para cerrar la brecha de género mundial faltan unos 135 años.

Alzando la voz

Cuando de levantar la voz se trata, las mujeres lo hacen desde distintas plataformas y la Universidad de Costa Rica (UCR) está comprometida con esa lucha, mediante la investigación y la acción social. Por ejemplo, desde el proyecto de trabajo comunal denominado Derechos Humanos y Comunicación (TC-637), coordinado por la docente Carolina Urcuyo Lara con el apoyo de estudiantes de distintas carreras. El mismo procura el empoderamiento para el ejercicio pleno de los derechos humanos, mediante el apoyo, capacitación y acompañamiento a organizaciones, grupos o comunidades organizadas en esta materia, de acuerdo con las prioridades establecidas de la Acción Social de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica.

Entre las actividades que realiza desde el 2018 son los talleres literarios en el que participaron privadas de libertad del Centro Penal para Mujeres Vilma Curling; mismos que tuvieron un receso debido a las restricciones sanitarias; y retomados en noviembre 2021 ya egresadas del sistema penitenciario. Estas sesiones se enfocan en producciones multimediáticas en las cuales las mujeres cuentan sus historias de vida y las vivencias compartidas con otras mujeres.

“Al existir imágenes estereotipadas así como un desconocimiento generalizado sobre sus situaciones particulares buscan imprimir en sus propuestas de comunicación un contradiscurso igualitario y holístico que explore las dimensiones y el significado de la privación de libertad”, comentó Urcuyo.

Mujeres, ambiente y tecnología

Otra iniciativa de la UCR que aborda el empoderamiento femenino es el “Rally femenino de Tecnologías Geoespaciales” (EC-499), un proyecto de Acción Social de la Escuela de Geografía de la UCR.

La meta del EC-499 es fortalecer la participación de mujeres, mediante la formación de nuevos liderazgos, mediante el acceso, diseño y uso de aplicaciones informáticas para la gestión del ambiente, el recurso hídrico, de los riesgos naturales y la mitigación del cambio climático.

Con el trabajo coordinado de la UCR y otras instituciones nacionales e internacionales este rally “es una capacitación para mujeres rurales, que no necesitan conocimiento amplio en tecnología. Se les da herramientas básicas, con mucho potencial como la tecnología de GPS, como los mapas digitales”, explicó la magíster María José Molina Montero, coordinadora del proyecto e investigadora de la Escuela de Geografía.

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Molina detalló que con las herramientas las participantes han desarrollado muchos prototipos que son pensados para sus comunidades y cómo compartir el conocimiento logrado entre las participantes. Las contribuciones son múltiples, desde el mapeo del sistema de tuberías en acueductos comunitarios, localización de fugas de agua, de puntos de contaminación y el diseño de válvulas inteligentes para el riego de cultivos. Otras aplicaciones monitorean en tiempo real zonas reforestadas o emiten una alerta temprana de inundaciones, entre otras.

En las capacitaciones han participado mujeres entre los 15 y 35 años de edad, de zonas como la Chorotega, Norte, agricultoras de Coronado y Cartago; además con la virtualidad lograron llegar a otras habitantes en Nicaragua, Guatemala y Honduras.

“Las mujeres no necesitan ser ingenieras para participar como gestoras del recurso hídrico. Aunque uno de los escollos que se superaron fue la oposición de algunos hombres, que no entendían porque este proyecto estaba dirigido solo a mujeres, y es que ellas son primordiales dentro de sus comunidades en estas labores”, aseguró Molina.

La investigadora afirma que en este proceso ella misma ha aprendido mucho de las participantes: “Desde la valentía, la sed de aprendizaje, su interés por colaborar, de cómo se enfrentan a sus dificultades, considerando que muchas son madres. Hemos tenido que crear condiciones para que ellas puedan participar, porque las mujeres rurales tienen esos tipos de situaciones, son madres, son trabajadoras comunitarias y capacitarse se les dificulta. Acá todas somos ganadoras, y todos los proyectos son importantes”, concluyó Molina.