Etapa Básica de Artes Plásticas evoluciona con la región de Occidente
Las clases son facilitadas por las docentes Susana Villalobos y Karol Rodríguez. Foto: Angélica Castro.
Una persona que se dedique al arte puede probar decenas de técnicas, estilos y corrientes diferentes durante toda su vida. Su estilo evoluciona de acuerdo con sus estados de ánimo, los lugares donde viva y hasta su condición socioeconómica.
En 30 años de trayectoria, la Etapa Básica de Artes Plásticas (ED-71) de la Sede de Occidente ha experimentado la vida artística propia y la de miles de estudiantes que han pasado por las aulas universitarias o a las que la Universidad de Costa Rica (UCR) ha ido a visitar hasta sus comunidades.
El proyecto nació como una etapa preuniversitaria para niñas, niños y adolescentes interesados en una carrera profesional en las Artes Plásticas, con lecciones impartidas en la sección de Artes de la Sede. Pero con el paso del tiempo, los docentes se dieron cuenta de que en muchas comunidades no había acceso a la educación artística y le dieron un giro al proyecto.
En 1997 se empezó a trabajar con niños y adolescentes fuera de las instalaciones universitarias y eventualmente se incluyó a personas adultas mayores. Actualmente la fase de preparación antes de la universidad fue sustituida por el desarrollo de cursos semestrales con dos poblaciones etarias diferentes, tanto en la sede como fuera de ella.
Patricia Arroliga García era entusiasta por la pintura desde antes de empezar a asistir a clases en la Etapa Básica, pero afirma que se pinta mejor acompañada. Además le permite ejecutar muchas técnicas diferentes y conocer los fundamentos teóricos.
“Para muchas personas es el primer acercamiento a todas las técnicas, es gente que nunca había pintado o dibujado y se van contentos. Uno no podría tener esa oportunidad en otro lado, porque aquí no tiene uno que traer materiales y sobre todo que el curso lo está dando una persona profesional. Y uno sale de aquí contento porque hace un montón de preguntas y ella le contesta. Sale uno satisfecho”, agregó Arroliga.
Susana Villalobos Rodríguez es la coordinadora actual de la Etapa Básica. Ella opina que los cambios en el proyecto son positivos porque reflejan la capacidad de la universidad para integrar diversas poblaciones, realidades y metodologías. "Para nosotros como docentes implica un reto, porque tenemos que estarnos transformando y repensando nuestras laborales”, explicó.
El proceso de selección de las poblaciones empieza con una solicitud por parte de las personas interesadas, después se realiza un diagnóstico y se plantea una propuesta. Siempre se intenta que las dos poblaciones sean distantes en edad y ubicación, alternando entre niñas y niños, adolescentes y personas adultas o adultas mayores.
Con la población infantil se enfatiza la sensibilización hacia el arte y se orienta al trabajo colaborativo como eje transversal. Se abarcan dramatizaciones, literatura, pintura, etc. Para el trabajo con personas adolescentes se abordan metodologías relacionadas con la tecnología digital, mediante programas de edición y animación, como el stop motion.
Las personas adultas abordan técnicas variadas, lo que cambia es el énfasis y la metodología con la que se desarrollan. La pintura se puede utilizar en papel, en un mural, en el cuerpo o de la manera que exprese mejor los conceptos que se abordan.
Cada clase se divide en tres fases. Lo primero es un proceso sensibilización y toma de conciencia sobre el tema a abordar, mediante plenarias, conversaciones o preguntas generadoras. Después viene la elaboración técnica: acrílico, acuarela, óleo, collage, arcilla, stop motion.
Y finalmente hay un repaso de conceptos y un espacio para la crítica constructiva.
“No se busca una unívoca respuesta, cualquier respuesta es válida porque va a expresar la realidad de la persona que la realiza. Eso plantea un reto, porque cuando damos una indicación o cuando planteamos una propuesta cada persona va a tener una forma particular de abordarlo. Con sus miedos, con sus esperanzas, con sus historias de vida. Entonces aquí entra en juego parte de la empatía que pueda tener el docente”, comentó Villalobos.
María de los Ángeles Carazo Sánchez no hizo más que pensionarse y se apuntó a clases de pintura, con el deseo de aprender todo lo que tuviera relación con el arte. Después de estudiar Enfermería volvió a la Universidad gracias a la Etapa Básica y resaltó la oportunidad que el proyecto le da a muchas personas para cumplir sus sueños y ver el mundo diferente.
“Me siento otra vez como de 17, 18. Cuando yo bajo esas gradas y veo todo esto, me siento tan bien de volver a tener la oportunidad de matricular un curso. Quiero seguir matriculando todo lo que se relacione con el arte, me siento llena de una emoción grandísima de que a esta edad la vida todavía me dé la oportunidad de venir a la universidad” concluyó.
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