“Somos instrumentos de los procesos de cambio que generan las comunidades” Entrevista con Hannia León, coordinadora de TCU en sede del Atlántico
El TC-672
“La acción social es una función sustantiva de la Universidad de Costa Rica y a través de ella las sedes trabajan mano a mano con las comunidades, incidiendo no desde el asistencialismo, sino del trabajo conjunto. Nosotros como universidad no estamos para ayudar, somos instrumentos de los procesos de cambio que generan las comunidades”.
Hannia León es categórica. La universidad pública es una herramienta que aporta en los procesos de transformación de la sociedad, no es su salvadora. La docente coordina los trabajos comunales que se realizan en los recintos de Turrialba, Guápiles y Paraíso. Su visión es idealista, dice, quizá romántica. Ella cree en la educación, entendida como un proceso cotidiano y no necesariamente formal, como herramienta transformadora de la sociedad. “Creo en el aprendizaje cotidiano, todos en todo momento podemos aprender e incidir positivamente en el mundo”.
Egresada de la misma sede en la que hoy trabaja, Hannia León es profesora de inglés y apasionada por la acción social. Trabajó dieciséis años en el Ministerio de Educación Pública, lo que le permitió conocer distintas formas y metodologías para entender la educación, “pero tenía la inquietud de hacer algo más”. Entonces se vinculó a la universidad, comenzó precisamente con proyectos de extensión docente, lo que la llevó a incorporarse a la Comisión de Acción Social y más tarde a la coordinación regional de Trabajo Comunal Universitario (TCU). “Desde que empecé a trabajar en esto me percaté de las amplias posibilidades que tiene la universidad para trabajar con comunidades y me enamoré de la acción social”.
Cuenta que los proyectos de la sede operan desde esa visión de trabajo colaborativo con la que se abandera la Vicerrectoría de Acción Social. En Turrialba, dice, los proyectos se vinculan con comunidades indígenas, con escuelas y colegios en iniciativas de educación, promueven buenas prácticas ambientales en instituciones, organizaciones y comunidades, y se involucran en el desarrollo cultural de la región comprendiendo el contexto, “no trabajamos desde el ‘yo creo que’, sino leyendo dónde estamos y en cuáles procesos podemos insertarnos”.
Un proyecto que ha tomado fuerza en este recinto es el “Empodero: Experiencias que posibiliten empoderamiento, dirigidas a mujeres trabajadoras del hogar de la comunidad de Noche Buena” (TC-672) que según la coordinadora ha tenido muy buena respuesta para que las mujeres se visualicen como gestoras de su propia vida. Destaca también el proyecto “Escribimos la historia de las comunidades de Turrialba” (TC-688) que reconstruye, en un trabajo colaborativo con los habitantes de las comunidades aledañas, la memoria de los barrios para “construir identidad, entender de dónde venimos y por consiguiente, para dónde vamos”.
Los trabajos comunales del Recinto de Guápiles, cuenta, están muy enfocados a impulsar el desarrollo económico, de la mano de empresas privadas y microempresas, con un proyecto que se enfoca en manejo de retos socioambientales y otro en gestión estratégica de empresas.
En el Recinto de Paraíso hay tres proyectos, dos de los cuales iniciaron este año. El más consolidado trabaja en promoción de la salud a través de estilos de vida saludable. Las otras dos iniciativas más jóvenes construyen alianzas entre estudiantes y microempresarios de la zona y se involucran en procesos educativos que desarrollan escuelas y colegios.
El año pasado, León inscribió su propio proyecto de TCU “Oportunidades de aprendizaje permanente” (TC-71), que se vincula estrechamente con la Resolución VAS-8-2016 en la cual se establece la necesidad de incorporar al trabajo comunal el eje educativo, basado en tutorías para el apoyo a estudiantes de todas las modalidades del sistema preuniversitario y el eje creativo. Este TCU, explica la docente, se dedica a apoyar procesos educativos en escuelas y colegios “desde una comprensión amplia de la educación que involucre a todos en los procesos formativos: padres y comunidades, no solamente docentes y estudiantes”.
León comentó que el trabajo comunal es una experiencia que beneficia a todas las partes involucradas, “el TCU es el momento de devolver lo que nos ha dado la comunidad, pero también de aprender, de sensibilizarse ante la realidad de la región y del país reforzando la visión humanista de la universidad y aportando a las comunidades”.
“Acción Social es una función sustantiva de la universidad y es muy importante que a través de ella las sedes trabajen mano a mano con las comunidades. La investigación y la docencia permiten que el docente visualice momentos y lugares en que puede incidir pero ya no desde el asistencialismo, sino del trabajo y el beneficio conjunto”, afirmó.
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