Paréntesis mezcló lo mejor de las culturas y la danza
Reflexión de Jeongho Nam: “Los violinistas saben cómo tocar su violín de una manera inteligente, un violín viejo puede ser el mejor violín por su técnica. Yo intento utilizar mi cuerpo así”. Foto: Esteban Chinchilla
La segunda edición del festival de danza [ ] Paréntesis, de Danza Universitaria (EC-275), estrechó los lazos de amistad entre bailarines nacionales e internacionales e incentivó su pasión por el baile. El evento se llevó a cabo del 21 al 23 de marzo e incluyó talleres, charlas y presentaciones varias.
En esta edición los invitados internacionales le añadieron al festival un componente rico en intercambio de culturas. Esto fue posible, como explica Hazel González, directora de Danza Universitaria, gracias a múltiples agentes universitarios y externos. Entre ellos, destaca a los voluntarios de la Escuela de Lenguas Modernas, que aportaron en la traducción e interpretación de diferentes idiomas. Además del apoyo de la Oficina de Asuntos Internacionales y las diferentes embajadas (Canadá, Japón y Corea).
Josh Martin es un bailarín y coreógrafo canadiense, director de la compañía de danza Company 605, que se basa en colaboración. Martin presentó en la noche del 23 de marzo su danza como solista “Leftlovers” en una tarima al aire libre ubicada en el parqueo de la Facultad de Educación. Este baile se basa en la idea de que nuestros cuerpos conservan memorias de una manera en la que el cerebro no lo hace y que todas las cosas que hemos experimentado físicamente tienen una manera de mantenerse dentro de nuestros músculos, huesos y tendones.
“Quería trabajar con esa idea como un punto de inicio para investigar sobre las diferentes cosas que han pasado en mi cuerpo y los bailes que he bailado, pero también el trauma que pude haber experimentado, tal vez caerme o haber tenido un accidente de alguna manera que haya encerrado eso dentro de mi cuerpo” afirmó Martin.
El coreógrafo impartió un taller donde pudo conocer un poco más a los bailarines costarricenses. “Estoy muy complacido de ver a bailarines tan fuertes, estaban muy dispuestos a intentar diferentes cosas aunque fueran ajenas a ellos y sus cuerpos. Se comprometieron con el taller”.
Además, Martin alentó intercambios como estos. “Viajar a lugares es la mejor parte de mi trabajo, conocer a personas nuevas, tener un intercambio donde con solo presentar mi baile les enseño un poquito de lo que es el baile en Canada”.
La dedicada de esta edición de [ ] Paréntesis fue la maestra, coreógrafa y bailarina coreana Jeongho Nam, quien ha bailado por 50 años y ha sido profesora universitaria desde 1982. Para ella, los festivales de danza son muy importantes porque los bailarines se preparan durante mucho tiempo y son espacios que les permiten expresarse de distintas maneras. Además, afirma que el verdadero significado de un festival es compartir y ser un espacio para comunicarse. “Yo soy una persona tímida cuando hablo, entonces escojo el baile para expresarme de otra manera, una manera que no podría expresar en palabras”.
Durante su estadía en Costa Rica Jeongho, dio un taller único en el país. En él trató de transmitir la importancia de la anatomía del cuerpo y su economía. “Normalmente los bailarines utilizan muchísima energía muscular, esto hace que se dañe el cuerpo muy rápido, entonces cuando están en sus treintas tienen que detenerse porque sus cuerpos se desgastan y están rotos. Ahora hay nuevas maneras de hacer movimientos para utilizar el cuerpo de una manera más inteligente y con conocimiento científico y anatómico. Así podemos bailar durante más tiempo”.
Para Jeongho la reflexión y concientización del movimiento forman clave para convertirse en un artista completo. “Todos quieren ser artistas, pero ¿cómo? Son bailarines porque se mueven muy bien pero si saben el significado del movimiento y combinan eso con su experiencia de vida, pueden convertirse en artistas”.
La coreana también se fue del país con una impresión positiva de la escena de danza costarricense. “Creo que los bailarines costarricenses son muy buenos, sus cuerpos y su musicalidad, su expresión y entendimiento es muy madura. La audiencia parecía muy atenta y anuente a comunicarse con el intérprete”.
Finalmente, González espera lograr con [ ] Paréntesis una ventana multicultural, donde es importante lo local pero también lo global. “Que la danza se convierte en estos tiempos de exclusión, en algo que nos une y nos permite dialogar y conocer diversas identidades”, concluye.
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