La celebración del Día Internacional de la Madre Tierra en 2022, bajo la consigna “Una sola Tierra” destaca la necesidad de vivir de forma sostenible, en armonía con la naturaleza, a través de políticas y estilos de vida más limpios y ecológicos.

Desde la academia existe interés en el desarrollo de proyectos que ayuden a fortalecer los territorios de las comunidades rurales indígenas en materia ambiental. Un ejemplo de ello es el proyecto “Acompañamiento en el diseño de un modelo para el buen vivir en la comunidad Térraba-Brörán” (EC-576) de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR)  que busca acompañar al Consejo de Mayores Brörán en el proceso de construcción participativa de un plan para el buen vivir, entendido como modelo de vida que integra la cosmovisión de los pueblos originarios del Abya-Yala que significa tierra de sangre vital no separable de los humano. 

En conjunto con 16 familias del territorio Térraba-Brörán, implementan este modelo del buen vivir, fundamentado en aspectos sociales y ecosistémicos, que poseen estrechos vínculos con la parte espiritual, su cosmovisión de vida y el respeto a la tierra y la naturaleza, agua, medio ambiente, salud y sus tradiciones. 

Este proyecto de Acción Social tiene que ver con la gobernanza y la autonomía que experimentan el territorio indígena en general y en particular el territorio Térraba-Brörán. En este contexto intervienen una serie de elementos nacionales relacionados con las disputas territoriales, espacios y modos de vida tradicionales, desde su cosmovisión indígena. 

En este marco, se experimenta conflictividad en el país con las poblaciones indígenas que decidieron empezar procesos de recuperación de hecho ante la  inacción del Estado, para cumplir la Ley Indígena de Costa Rica  No 6172 del año 1977. Y en 2018, bajo agresiones y conflictos, un grupo de 16 familias de las comunidades indígenas Térraba-Brörán recuperaron  unas 1000  hectáreas de tierra. 

Plan para el Buen Vivir

Estas tierras que estuvieron en manos de los no indígenas, sufrieron deforestación por la ganadería extensiva y degradación de  los suelos, las fuentes de  agua y la vida silvestre habían disminuido en el territorio con la desaparición de especies de venados y monos.

El proyecto y plan para el buen vivir destaca las preocupaciones de los miembros de 16 pequeñas  parcelas. “Ellos están interesados en planificar su territorio de manera  integrada, que tome en cuenta su cosmovisión, sus espacios de vida, la agricultura, el corredor biológico y el ocio, entre otros. Y en eso consiste el plan para el Buen Vivir”, indica Maritza Marín, docente encargada de esta iniciativa de Acción Social. 

La construcción del proyecto se llevó a cabo con la participación de las familias y bajo la modalidad de investigación-acción. Por medio de visitas, reuniones y talleres se inició un diálogo franco en la comunidad del Térraba-Brorán donde destacaban las necesidades y negativa de Acueductos y Alcantarillados de proveer el agua. 

Según Maritza Marín en 3 talleres se plantearon las necesidades básicas, entre ellas: la espiritualidad. “Para ellos es relevante mantener y fortalecer las dinámicas espirituales ya que poseen relación y equilibrio con la naturaleza. El afecto que desarrollan entre ellos y otras especies no humanas, es importante para poder reposicionar,  recuperar y  revitalizar su espacio de vida” destacó Marín.

Por medio de diálogos las familias definieron necesidades prioritarias en su territorio. Por ejemplo, la protección es relevante por los niveles de violencia, así como la desaparición de especies y las fuentes de agua en las parcelas y la prioridad de consolidar un corredor biológico. Al respecto, se realizó un inventario participativo de flora, fauna y de fuentes de agua, así como un mapeo del uso y el reconocimiento de suelos y las potencialidades ambientales.

Para Jorge Sivas de la comunidad del Térraba-Brörán “esta iniciativa tiene armonía con la madre tierra y busca establecer un corredor biológico, donde haya agricultura sostenible y seguridad alimentaria, porque el cuido de los territorios proporciona a la comunidad un buen vivir, con  mucha dignidad y seguridad”. 

El plan válido por la comunidad busca establecer los aspectos que son negociables con el Estado, instituciones y organizaciones para atraer recursos y mejorar su calidad de vida, siempre y cuando no esté en juego su territorio.

Además, Marin señaló el trabajo conjunto que se realiza en varias disciplinas con resultados interesantes para la comunidad, gracias al diálogo interdisciplinario, interuniversitario y la comunidad desde las Ciencias Sociales y Naturales. 

Lo transdisciplinario 

El interés temático agrupa la pertinencia de las disciplinas. Desde la Filología con un interés particular sobre la problemática indígena desde la conexión poética con la lectura. Y desde las Ciencias Políticas y la Comunicación que trabajan la parte ecológica, política, y de diálogo para la autonomía y la gobernanza.

Desde la Biología, implementan la temática de los ecosistemas construyendo un inventario de flora, fauna y fuentes de agua, que buscan  recuperar las funciones y los usos que se les dan a plantas  medicinales. Las familias están motivadas porque ahora ven los venados en su parcela, en el patio de su casa, y no les preocupa tanto que se lleguen a comer sus cultivos, porque la idea es aumentar las poblaciones de este tipo. 

Este proceso de recuperación de fincas que empezó en el 2018 elimina el mito o imagen colonial de “indio vago”, ya que  ellos se posicionan como luchadores por la naturaleza y defensores de la flora  y la fauna, pues consideran que los espacios verdes son sagrados.

En las grandes extensiones de bosque que ahora son pastos de uso ganadero por la intervención de los usurpadores del territorio, se inicia un proceso natural de restauración donde reina la convivencia, energía, aire puro y naturaleza. 

También desde la Historia se han trazado mapas sobre el impacto de la Carretera Interamericana en la partición del territorio indígena y los estragos ambientales. 

Es necesario generar las condiciones para el diálogo transdisciplinario donde la academia va de la mano con los saberes de la comunidad y  construyen nuevo conocimiento y vínculos.