Museos comunitarios: un semillero de espacios para el desarrollo social
El proyecto TC-736 "Remembranza: Museos comunitarios en el proceso de formación de una ciudadanía inclusiva" busca promover una conexión entre la cultura local, su identidad, aspiraciones
Boyero
Usualmente, un museo se comprende como un espacio en donde hay objetos antiguos ordenados en vitrinas. Sin embargo, el proyecto TC-736 "Remembranza: Museos comunitarios en el proceso de formación de una ciudadanía inclusiva" nace con el objetivo de desarrollar espacios museísticos en los cuales haya una conexión fuerte con la cultura local, su identidad, aspiraciones, características y conocimientos ancestrales, proyectando esta identidad hacia el futuro.
Su principal objetivo es acompañar el proceso de salvaguarda del patrimonio de las comunidades organizadas, destacando su papel como elementos articuladores de la memoria local y regional, en el marco de una discusión sobre la definición de una ciudadanía inclusiva que valore la diversidad cultural de la sociedad costarricense.
Pablo Rodríguez Solano, coordinador del proyecto, define un espacio museístico como aquel que se diseña para resguardar elementos significativos de la cultura, contribuir al fortalecimiento de los lazos comunitarios, tener una estrecha relación con el espacio en el que se desarrolla y una alta contribución a la reactivación económica. "Se pueden manifestar en lugares como centros culturales, mariposarios, parques naturales, bibliotecas bajo ciertas características y centros de interpretación", declaró Rodríguez.
En el proyecto han participado 86 estudiantes de 22 carreras diferentes como parte de su Trabajo Comunal Universitario (TCU) y está organizado en cuatro ejes de acción fundamentales: gestión administrativa en donde se planifica en el funcionamiento del museo a largo plazo, gestión patrimonial en el que se desarrollan las exposiciones, planificación estratégica en el que se establecen vínculos con la comunidad y otras instituciones como el INA, INDER y la UCR, y finalmente el financiamiento de aspectos específicos por diferentes medios como concursos y donaciones; por ejemplo "Casa de Boyero" recibió el premio nacional Emilia Prieto Tugores en 2020, y con él, la suma de 8 millones de colones. En 2022, el proyecto también fue galardonado con los Premios SOS Cultural.
Actualmente, el proyecto ha concentrado sus esfuerzos en el desarrollo de dos museos comunitarios: Museo de la Casa del Boyero en la Zona Norte y Museo de la comunidad indígena de Yimba Cájc en la Zona Sur.
Museo de la Casa del Boyero
Ubicado en Venecia de San Carlos, en la provincia de Alajuela, se enfoca en valorar y resguardar el legado de los boyeros. Brian González Mena, miembro del Comité de apoyo del Museo, destacó la importancia del proyecto. "Es fundamental mantener viva nuestra identidad cultural, recordar de dónde venimos, nuestras tradiciones y las labores a las que nos dedicamos". También resaltó el acompañamiento recibido por parte de la Universidad de Costa Rica (UCR) por medio de las capacitaciones, talleres y asesorías de los estudiantes participantes del TCU.
Pie de foto: En el Museo del Boyero, se presentan herramientas y tipos de carretas, ruedas y actividades relacionadas con los boyeros a nivel nacional. Entre las actividades destacadas se encuentra el desfile de boyeros, un evento que resalta la importancia de esta tradición en la cultura costarricense. Foto por:
Ser Boyero es...
El trabajo de los boyeros fue fundamental para la sociedad costarricense en la elaboración de caminos y transporte de un sin número de materiales y mercancías. Algunas de esas actividades se mantienen en la actualidad, como por ejemplo: transportar café, arar la tierra, sacar madera, extraer arena de los ríos y recolectar palma. Por la ventaja que tiene el buey, con su capacidad de entrar y salir de terrenos difíciles sin destruirlos ni maltratar los pastos, se convierte en un aliado invaluable en estas labores.
González definió el ser boyero como ser amante del transporte de bueyes y tener un conocimiento profundo sobre su capacidad de arrastre, el peso que pueden aguantar y cómo maniobrar en terrenos complicados.
Hacia el sur
Museo de la comunidad indígena de Yimba Cájc conocida también como Rey Curré, se ubica en el cantón de Buenos Aires en Puntarenas y es una población de la etnia Boruca. Gracias a la asesoría del TCU, se definió como idea crear un "Ú Shän", que significa "Santuario de Historias", como un espacio sagrado donde se preservan y comparten las historias, tradiciones y patrimonio cultural.
Para Mario Leiva Rojas, del grupo de apoyo del Museo de la comunidad indígena de Yimba Cájc, este espacio cultural “es un lugar donde muchos nos sentimos identificados, ya que guarda la historia de nuestros antepasados, de nuestros abuelos y abuelas". Destacó cómo la comunidad ha establecido objetivos claros y una imagen que refleja el valor de su patrimonio cultural.
Dentro de los atractivos del lugar destacan sitios arqueológicos importantes, así como personas sabias con conocimientos ancestrales.
Leiva señala que el museo no es solo un sitio físico, sino que abarca toda la comunidad, una extensión de la identidad y el patrimonio colectivo de los Yimbas.
Los estudiantes
Francisco Hernández Sibaja, estudiante de Administración de Empresas y participante del TCU, ha visto cambiadas sus percepciones y objetivos profesionales luego de participar en el proyecto. "Cuando uno piensa en un museo, piensa en lugares como el Museo de Oro y de Jade, pero jamás piensa que en las comunidades también se desarrolla el museo como un espacio para la cultura, el compartir y el diálogo", expresó Hernández.
Gracias a su experiencia en el proyecto TCU, piensa desarrollar su proyecto final de graduación en el Museo del Boyero. "No solo se trata de cumplir con las 300 horas requeridas por el TCU, sino de conectarse genuinamente con una comunidad", finalizó.
Jessica Espinoza Mora, asistente del TCU y filóloga, destacó como aprendió sobre la cultura intangible ya que "son las personas los verdaderos entes que forman los museos porque son ellas las que llevan la historia a lo largo de los tiempos".
En el proyecto se ha dedicado a hacer labores de coordinación con los estudiantes en Yimba Cájc y Venecia, por otro lado como filologa desea continuar y culminar la investigación lingüística iniciada por los estudiantes relacionada con un diccionario de boyeros en su tesis de posgrado.
Espinoza resalta como uno de los aspectos más significativos del trabajo en el museo comunitario el empoderamiento sobre sus derechos y lo que deben proteger y resguardar, promoviendo así la valoración de sus tradiciones y patrimonio cultural. En “Yimba Caj (Rey Curré), había otras personas no indígenas que se dedicaban a hacer las máscaras, lo que resalta la importancia de empoderar a la comunidad para preservar sus tradiciones y expresiones culturales propias”, declaró.
Por otro lado, el Museo del Boyero es un ejemplo claro de cómo se valora el esfuerzo de los antepasados, como el trabajo arduo de hacer caminos y sacar troncos de madera sin el uso de maquinaria moderna. Para Espinoza la presencia de diferentes instituciones, como hospitales, iglesias y museos, refuerzan entre sí y se unen en una comunidad, generando un sentido de identidad colectiva y colaboración.
Dos museos, dos poblaciones, la misma necesidad
El coordinador de este proyecto señaló que aunque ambos museos son de temas y poblaciones muy distintas entre sí, los museos comunitarios responden a unas necesidades y características que tienen en común.
Se presentan como una herramienta para la defensa de los derechos culturales de las comunidades, donde se busca la salvaguarda de la identidad y el patrimonio cultural. También son vistos como una oportunidad de reactivación económica de las comunidades.
Según Rodríguez, ambas poblaciones se sienten invadidas por una modernidad que desplaza su identidad y experimentan una sensación de abandono por parte del Estado. Sus formas de ser y tradiciones ancestrales son atacadas, considerándolas antiguas, folklóricas, exóticas o pertenecientes únicamente al pasado.
Sin embargo, a través de los museos comunitarios, mantienen la esperanza de revitalizar su cultura, rescatar y proyectar sus tradiciones para que los jóvenes se sientan seguros en un legado que les pertenece. Así, se enfrentan al futuro con una firme conexión con sus raíces culturales, preservando su identidad y contribuyendo al enriquecimiento de la diversidad cultural de Costa Rica.
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