El proyecto, que comenzó en 2023, tiene como uno de sus objetivos fomentar la identidad sociocultural y el sentido de pertenencia en niños, niñas y jóvenes de la región. Dentro de este marco, se creó la Pequeña Orquesta de OSA, una iniciativa que surgió tras una donación de violines y que ha permitido a las personas participantes aprender música bajo el método Suzuki, una filosofía que promueve el desarrollo artístico y fortalece las dinámicas familiares.

Los seis niños y niñas, provenientes de comunidades rurales donde no existen escuelas de música, viajaron a San José para participar en el Festival Suzuki, que este año celebró su 16ª edición. Durante el evento, los jóvenes músicos tuvieron la oportunidad de tomar clases maestras con profesores internacionales, participar en talleres grupales y, finalmente, presentarse en el Teatro Nacional, uno de los escenarios más emblemáticos del país.

Orquídea Guandique, docente de la Escuela de Artes Musicales de la UCR y participante del proyecto, destacó la importancia de esta experiencia: "fue un aprendizaje muy importante, les motivó muchísimo. Ver a otros niños y niñas tocando, compartir con ellos y presentarse en un lugar como el Teatro Nacional les dio una perspectiva nueva y reforzó su sentido de pertenencia y autoestima".

Más que música: un impacto social

El proyecto no solo busca enseñar música, sino también generar un impacto social en la comunidad. Según Orquídea, "el método Suzuki no solo desarrolla habilidades musicales, sino que también fomenta la sensibilidad, la disciplina y la creatividad. Además, involucra a las familias en el proceso, lo que cambia las dinámicas en los hogares y contribuye a mejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes".

El proyecto no solo busca enseñar música, sino también generar un impacto social en la comunidad. Según Orquídea, "el método Suzuki no solo desarrolla habilidades musicales, sino que también fomenta la sensibilidad, la disciplina y la creatividad. Además, involucra a las familias en el proceso, lo que cambia las dinámicas en los hogares y contribuye a mejorar la calidad de vida de los niños y jóvenes".

La participación en el Festival Suzuki fue un hito importante para estos niños, quienes, a pesar de las limitaciones de su entorno, demostraron un avance significativo en su formación musical. "Para hacer el trabajo de la manera que lo estamos haciendo, virtual y sin clases semanales, realmente han logrado muchísimo," comentó una de las profesoras que impartió las clases maestras durante el festival.

Un futuro prometedor

El proyecto, que finaliza en julio de 2025, busca dejar un legado duradero en la comunidad. Orquídea mencionó que una de las metas es crear una estructura institucional que de soporte a estas actividades, ya que actualmente no existen escuelas de música en la zona. "Necesitamos que estos espacios se mantengan y que los niños y jóvenes tengan acceso a actividades artísticas y deportivas que les permitan desarrollarse plenamente", afirmó.

La participación de estos seis niños y niñas en el Festival Suzuki no solo es un logro personal para ellos, sino también un ejemplo de cómo la música y el arte pueden transformar vidas y comunidades. Este proyecto demuestra que, con el apoyo adecuado, incluso en las zonas más remotas es posible abrir puertas a nuevas oportunidades y sueños.