La Red para el Trabajo con Pueblos y Territorios Indígenas (RIPI) de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) dio inicio el pasado lunes 16 de agosto con las tutorías virtuales para el proceso de admisión 2022 en el Liceo Rural Palmera, ubicado en la comunidad de Bajo Chirripó en Matina, Limón. Esta institución pertenece al territorio indígena Cabécar y ha gestado diversos esfuerzos para que alrededor de 15 estudiantes de undécimo año puedan participar de las 6 sesiones previstas  del curso virtual.

Las tutorías se realizan vía Zoom, por lo que el docente Minor Beita es el encargado de proyectar la lección en una de las aulas de la institución para que todos y todas las estudiantes puedan ver y escuchar los contenidos y evacuar correctamente sus dudas. ”Las lecciones consisten en prácticas para el razonamiento verbal y matemático, que pretenden ser de utilidad tanto para el exámen de admisión a las universidades públicas del país como para la vida en general”, expresó Alejandra Guevara, integrante de la RIPI.

El compromiso del centro educativo es acompañar a los y las estudiantes en el proceso de orientación y que se logren los objetivos de conocer el ámbito social educativo más allá de la zona indígena y apoyarles para ingresar y cursar una carrera universitaria. “Mi participación ha sido de enlace con los estudiantes, pues no cuentan con acceso a Internet por lo que es necesario proyectar todas las lecciones por medio de una PC. Hay que considerar que algunos de los y las estudiantes se desplazan entre 30 minutos y 2 horas para llegar a recibir sus lecciones, por lo que se debe hacer todo lo posible para que las clases se aprovechen al máximo”, indicó Beita. 

El pasado lunes 23 de agosto, la Vicerrectora de Acción Social, Dra. Marisol Gutierrez Rojas se dirigió de manera virtual a los y las estudiantes para brindarles un mensaje de apoyo y motivación para que continúen con sus estudios y sueños. Además, durante la misma semana, tuvieron una charla con la orientadora de la Sede del Sur Jessica Aguilar, quien realizó diversas dinámicas para que las y los estudiantes pudiesen consultar todo lo relacionado con su vocación profesional. 

“La acción social es una actividad académica que favorece y articula procesos de aprendizaje y de transformación social, a partir de su incidencia en el desarrollo de las capacidades de las personas, de manera que, en conjunto, podamos contribuir a la construcción del bien común. Trabajar con las y los estudiantes de territorios indígenas abre puertas a la esperanza, pero a la esperanza freireana, ligada a lo propositivo, y esto es muy importante en momentos en que la alegría y las oportunidades de crear proyectos para un futuro posible se ven tan lastimadas”, indicó Gutierrez. 

La articulación de esfuerzos entre entes institucionales y comunitarios ha sido fundamental para el desarrollo de estas actividades. Tanto la Universidad de Costa Rica como el Liceo Rural Palmera se han comprometido a velar por el cumplimiento de los protocolos de salud dictados por el Ministerio de Educación Pública, adecuar los espacios para el correcto aprendizaje y acompañar en el proceso a todas las personas participantes.

Gutierrez también mencionó algunos de los desafíos presentes en el trabajo comunitario y con poblaciones indígenas. En primer lugar, destaca la evidencia de “lo poco que conocemos y nos reconocemos en nuestros pueblos y territorios indígenas”, a pesar de los importantes esfuerzos universitarios y nacionales que se han gestado con estos propósitos, pues no es sino hasta 2015, que la Constitución de nuestra República manifiesta que somos un país pluricultural y multiétnico. 

En segundo lugar, destaca la necesidad de seguir trabajando y generando esfuerzos colectivos en las comunidades para que todas las personas puedan acceder verdaderamente al derecho a la educación. 

“El derecho a la educación, efectivamente debe expresar las cuatro “A” desarrolladas por Katarina Tomasekvski, quien fuera Relatora de Naciones Unidas por el Derecho a la Educación, a saber: asequiblilidad, es decir, gratuidad, docentes calificados e infraestructura adecuada; accesibilidad, esto es, educación sin discriminaciones; aceptabilidad, o sea, contenidos y procesos respetuosos de los derechos humanos, por tanto, culturalmente apropiados; y, finalmente, adaptabilidad, en buenas cuentas, una educación capaz de adecuarse a lo que ocurre en la sociedad, y hoy, por ejemplo, en el marco de la pandemia, capaz de innovar y de democratizar el acceso a la conectividad”, indicó Gutierrez.