UCR transforma comunidades rurales en la zona Huetar Norte
Proyecto de Trabajo Comunal Universitario fortalece asociaciones y emprendimientos rurales

Esta iniciativa fomenta la organización de ferias, encuentros e intercambio de saberes y semillas para los productores de fríjoles en la Región Huetar Norte. Foto archivo OCI
Desde 2003, el proyecto de Trabajo Comunal Universitario “Iniciativas comunitarias para el desarrollo rural” (TC-488) de la Universidad de Costa Rica (UCR) fortalece asociaciones y emprendimientos rurales de la Región Huetar Norte con asesoría técnica, acompañamiento estudiantil y un fuerte compromiso con el desarrollo sostenible. Este proyecto es una propuesta de Acción Social inscrita en la Escuela de Economía Agrícola y Agronegocios que ha impactado directamente a cantones como Upala, Guatuso, La Cruz y Los Chiles.
Coordinado por la docente M.Sc. Vanessa Villalobos Ramos, el proyecto se ha dedicado a fortalecer organizaciones locales —asociaciones de desarrollo integral, cámaras de turismo, asociaciones de productores y cooperativas—, brindándoles herramientas técnicas y estratégicas para mejorar su gestión, administración, mercadeo y sostenibilidad. “Lo que más nos interesa es apoyar la gestión de las organizaciones rurales, porque muchas veces tienen buenas ideas pero carecen de planificación, estructuras internas claras o conocimientos técnicos para sostener sus proyectos”, explica Villalobos.
Actualmente, este proyecto cuenta con un equipo activo de más de 15 estudiantes de carreras como Economía Agrícola, Ingeniería de Alimentos, Arquitectura, Salud Ambiental, Sociología, Computación, entre otras.
María Paula Cantillano, estudiante de quinto año de Ingeniería de Alimentos de la UCR, destaca que esta iniciativa tiene un impacto directo en las comunidades porque los productores de zonas rurales reciben asesoría técnica e ideas innovadoras para fortalecer sus negocios.
Los estudiantes participan en actividades como elaboración de planes de negocio y reglamentos internos, asesoría en facturación, contabilidad y registro ante Hacienda y producción de material audiovisual, entre otras.
Por ejemplo, en la Asociación de Desarrollo del Porvenir de Upala, estudiantes de Ingeniería civil y Arquitectura diseñaron los planos del Centro de Salud Comunitario. El proyecto logró atraer cooperación internacional (de Japón y Alemania), aunque su implementación aún enfrenta retos administrativos y de financiamiento.
Empoderamiento con rostro femenino
Muchas de las iniciativas con las que se vincula el proyecto tienen rostro de mujer. La Asociación de Mujeres Productoras del distrito de Yolillal, por ejemplo, solicitó apoyo para colocar 200 toneladas de cúrcuma en el mercado. A partir de esta necesidad, los estudiantes investigaron el mercado, precios, canales de comercialización y presentaciones de producto, facilitando a las mujeres productoras la creación de ofertas concretas para potenciales compradores.
Asimismo, la Asociación de Mujeres de Comunidades Unidas de Cacao (AMECUP) recibió acompañamiento para desarrollar su sitio web, obtener certificaciones como Bandera Azul Ecológica y acceder a nuevos mercados con productos de cacao.
Transformaciones tangibles en el territorio
Más allá del fortalecimiento administrativo y comercial, el proyecto ha impulsado la creación de ferias culturales y productivas, ha recopilado historias locales para rescatar la identidad y ha llevado a cabo actividades de educación ambiental en escuelas rurales como la Escuela del Porvenir y la Escuela IDA en San José de Upala. También ha colaborado con productores de frijoles para cumplir con requisitos de certificación del MAG y acceder a programas de compra estatal, como los del Consejo Nacional de Producción (CNP). “En Upala se podrían tener hasta 3.000 productores de frijol. Nuestro papel es ayudarles a cumplir con las normativas, formalizarse y mejorar su posición en la cadena de comercialización”, comenta Villalobos.
Un modelo de desarrollo endógeno
Lejos de imponer soluciones, el proyecto escucha y responde a las necesidades reales de las comunidades. Muchas de las solicitudes llegan por WhatsApp o correo electrónico, y van desde el registro de una marca hasta la planificación de un salón comunal o la promoción turística de una finca con cascada. “A veces nos llaman porque quieren hacer un parque infantil, mejorar un camino o comercializar cúrcuma. Otras veces se trata de trámites legales, estrategias de venta o asesoría en redes sociales. Nosotros articulamos ese conocimiento con el aporte estudiantil”, destaca la docente.
Los retos en estas comunidades son múltiples: baja escolaridad, fuga de talentos, debilidad en la planificación y falta de encadenamientos productivos. Además, los productores carecen de canales de venta estables y muchos aún enfrentan barreras técnicas para acceder a programas de ayuda estatal.
Es por ello que el proyecto busca reafirmar las redes de colaboración entre la universidad y el territorio, y seguir respondiendo, caso a caso, con soluciones adaptadas, prácticas y sostenibles. “Llevamos más de 20 años trabajando con estas comunidades. Lo que hacemos no es caridad ni imposición: es cooperación, transferencia de conocimiento y apuesta por un desarrollo con rostro humano”, concluye Villalobos.
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