Escolares disfrutan del Ladrón de diamantes en el Teatro Nacional
En el 2017 la obra “El Ladrón de diamantes” llegó a las tablas del Teatro Nacional. Este año el proyecto volvió a presentarse el 23 y 24 mayo. Fotografía de Claudia Castro Sandí
En el 2017 la obra “El Ladrón de diamantes” llegó a las tablas del Teatro Nacional. Este año el proyecto volvió a presentarse el 23 y 24 mayo en ese mismo escenario y esta vez con un público muy especial: niños y niñas de diversas escuelas del país, debido a que el Ministerio de Educación Pública (MEP) incluyó la obra en su programa “Érase una vez”.
“El Ladrón de diamantes" es una obra que cuenta con la participación de los niños y niñas sordas, estudiantes del Centro Nacional de Educación Especial Fernando Centeno Güell, en conjunto con integrantes de la Compañía de Danza Universitaria. Gustavo Hernández Alpízar coordina el proyecto y es el productor de este espectáculo.
La niña bailarina Isabella Valverde Fernández compartió mediante señas de LESCO (lenguaje de señas costarricense) la experiencia. “Antes no sabíamos bailar y Gustavo, el bailarín nos enseñó. Ahora sí sabemos, hemos ido avanzando y logrando muchas cosas (...) Antes bailábamos con miedo y con dudas y ahora con los 'bailarines grandes' lo hemos disfrutado un montón (…) Muchas personas oyentes y sordas vienen y disfrutan mucho y nosotros somos muy felices.”
En esta ocasión, estudiantes de otras escuelas fueron los y las invitadas principales a las presentaciones. La niña Rosalia Moraga Matos de la Escuela Finca Guararí se mostró entusiasta al compartir sus impresiones: “los personajes estuvieron muy lindos y bien elaborados. Para mi es importante porque hay algunas personas que no pueden entenderles y otras sí”.
Para Marcela Pérez Niño, psicóloga en esa institución en Guararí, “realmente es asombroso ver a niños participando de las obras de teatro y verse beneficiados de esta maravillosa experiencia. Es muy importante que exista un acercamiento de ellos a estas obras tan maravillosas (...) Me parece importante la inclusión que se puede dar, el Ministerio de Educación se esfuerza mucho para esto y es de premiar”.
“Mi familia es sorda, entonces nos sentimos emocionados de tanta actividad, es una experiencia lindísima verla actuando… Yo quiero decir que el contacto y las actividades del proyecto han sido una sensación muy bonita” afirma en LESCO Maureen Guzmán Madrigal, madre de Pamela Fallas Guzmán, una de las niñas bailarinas. Guzmán también expresó que ha visto en su hija un cambio: es mucho más desenvuelta.
Norman Domínguez Álvarez, es padre de familia, para él “los niños cada vez están más avanzados y les encanta. Para nosotros es un orgullo que la universidad siempre nos tome en cuenta (...) Esta segunda temporada ha sido todo un éxito porque ellos sobresalen y se están valiendo por sí mismos”.
La directora de Danza Universitaria, Hazel González Araya, enfatizó en la importancia de la interinstitucionalidad que se generó para hacer posible el espectáculo. El Teatro Nacional aportó el edificio y las condiciones de equipo, el MEP aportó el público de escuelas primarias, los estudiantes de la Escuela Centeno Güell brindaron el talento humano y la Universidad contribuyó con la creación creativa y los fondos.
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