Proyecto de TCU promueve derechos de la niñez guanacasteca
- La pandemia no fue un obstáculo y ahora se retoman las actividades presenciales.
El proyecto TC-619 promueve derechos de la niñez guanacasteca
Desde hace nueve años, el proyecto de Acción Social de la Universidad de Costa Rica (UCR) “Aprovechando tu tiempo, para formar un futuro: “Derechos y aprendizajes en la niñez"(TCU-619) de la Sede de Guanacaste, se ha dedicado a buscar espacios donde las niñas, los niños y adolescentes de los cantones de Liberia, Santa Cruz y Nicoya expresen sus ideas y sentimientos para que descubran cuáles son sus derechos y deberes.
La pandemia por Covid-19 obligó a la coordinadora del proyecto, Lang Ying Hernández Chevez y su equipo a realizar actividades virtuales para cumplir con su objetivo, el cual es “contribuir al desarrollo humano de niños y niñas en situación de vulnerabilidad social que se encuentran en aulas regulares en educación preescolar y primaria mediante talleres y apoyo al estudio con el fin de promover los derechos de la niñez y responsabilidades."
“En el (proyecto) promovemos la defensa de los derechos a partir de una ruta de acceso a los derechos, pero no desde una ruta de acceso de la parte adulto céntrica, en donde nosotros vamos y decimos: estos son los derechos que vamos a promover. Si no que son los derechos que los niños y las niñas y adolescentes ya conocen.” detalló Hernández.
Después de dos años de realizar talleres y charlas virtuales, el proyecto ha retornado poco a poco la presencialidad y une sus esfuerzos con organizaciones e instituciones públicas de Guanacaste. En el cantón de Liberia realizan actividades con la Biblioteca Pública Lic. Francisco Mayorga Rivas y la Escuela de Moracia.
En la Biblioteca Pública están construyendo dos procesos: Uno se llama “Soy bebé” y el segundo “Me gusta leer”. Este último, es uno de los procesos nuevos de este TCU, con el objetivo de que los y las niñas de 0 a 6 años de edad inicien la lectura emergente de una manera divertida. Además, apoyarán un proyecto de la biblioteca que se llama “Arco iris de colores” en donde se promueve la lectura en la etapa escolar.
En la Escuela Moracia realizan actividades enfocadas en los procesos de aprendizajes con la población docente, los padres y madres de familia y el estudiantado de la institución. Este centro educativo alberga unos 1500 niños y niñas de barrios marginales.
“Trabajamos con población de atención prioritaria como por ejemplo; comunidades que tienen dificultades de acceso al agua, cercanas a precarios, niñas y niños que después de sus lecciones van con sus familias al basurero de Liberia a bucear o bien por la situación de la pandemia se les ha dificultado aún más el tema educativo”, explicó la coordinadora.
En Nicoya, están acompañando a la Asociación Nicoyana de Personas con Discapacidad. En este espacio realizan una labor bimodal con unos 250 jóvenes y a solicitud de la asociación se está apoyando a personas jóvenes adultas en procesos de aprendizajes de lectoescritura, idioma inglés y socialización.
“Hemos logrado reinsertar algunas personas, porque es bonito saber que en todo este proceso tenemos perfiles de entradas (participantes) y también tenemos perfiles de salidas; porque no queremos ser una guardería; queremos insertarlos en espacios laborales. Hemos visto que es posible. Hemos visto que esa incidencia con este activismo podemos darle mejores espacios ocupacionales, laborales y recreativos”, expresó Ana Patricia Ruiz Cambronero, presidenta de la Asociación.
Además de estas instituciones, desde el año 2016 se establecieron alianzas con la Biblioteca Pública de Santa Cruz y el Ministerio de Educación Pública.
Labor estudiantil
En la actualidad, esta labor cuenta con el apoyo y los aprendizajes de 24 estudiantes de las carreras en Ciencias de la Educación, Inglés, Informática Empresarial, Negocios, Derecho, Educación Preescolar, Educación Primaria, Psicología, Salud Ambiental y Administración Aduanera.
En los proyectos de TCU, los y las estudiantes universitarias tienen un protagonismo dentro de la metodología de trabajo. Este proyecto se realiza en tres facetas. En primer lugar, se sensibiliza a la persona universitaria; segundo, se le muestra la metodología participativa y de educación popular y por último, se acompaña al estudiantado de TCU durante el proceso que realiza las 300 horas.
En la fase de sensibilización se les da a conocer el enfoque de derechos, respeto a la diversidad y los estilos de aprendizaje. Sumado a la inducción, las personas estudiantes universitarias visitan los centros educativos y las instituciones con el fin de observar los lugares en donde se van a desarrollar las diversas charlas y talleres.
Sergio Andrés Fonseca Elizondo estudia la carrera de Ciencias de la Educación Inicial en la Sede de Guanacaste y es uno de los 24 estudiantes que participan en este proyecto de acción social.
“Nosotros damos un servicio de educación a los más pequeños de la casa, fomentamos la lectoescritura con los más bebés. Buscamos que la educación sea un proceso integrador, que incluya a toda la familia, es la forma en como la Universidad de Costa Rica se compromete desde Acción Social para el crecimiento de cada comunidad”, afirmó Fonseca.
En la segunda fase se pone en práctica la metodología con los talleres y charlas con un enfoque participativo y de educación popular.
“El trabajar con ellos (estudiantes de TCU) es fundamental. Es una gran experiencia tanto para ellos como para nosotros porque desarrollan mucho su potencial en los diferentes talleres que imparten. Es importante la presencialidad porque los chicos (participantes) requieren de ese contacto más cercano, situación que no ocurría con los talleres virtuales”, afirmó Paola Jiménez, secretaria de la Asociación y quien mostró una actitud de optimismo al ver las instalaciones de esta asociación llena de estudiantes.
Y en la tercer fase, la coordinadora del proyecto realiza un acompañamiento constante en las actividades que ejecutan los y las estudiantes.
Una mirada al futuro
Según el formulario de este proyecto, las personas beneficiadas iban a ser unas 500. Sin embargo, como se ha explicado, el impacto de esta labor universitaria sobrepasa esa cantidad.
Wálter Chavarría es uno de los estudiantes del curso de inglés de la Asociación nicoyana de personas con discapacidad. El se mostró muy feliz y externó “para mi es muy pura vida aprender inglés para tener un trabajo y ampliar muchos conocimientos.”
Así como Wálter, existen cientos de niñas, niños y jóvenes guanacastecos que tienen la oportunidad de mejorar su calidad de vida y la de sus familias por medio de estas iniciativas de la UCR.
En el futuro, este proyecto quiere poner la mirada en la población migrante infantil y apoyar para reducir los efectos del apagón educativo que se ha acrecentado aún más producto de la pandemia. “Es una lucha significativa que no es solo conseguir presupuesto, sino visibilizarnos dentro de la universidad. Además preguntarnos qué vamos hacer nosotras las personas adultas académicas en apostar por la primer infancia, la niñez y la adolescencia”, indicó Hernández.
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