Desde 2008, el proyecto Grupo de Bailes y Proyección Folclórica de Personas Adultas y Adultas Mayores “Al Son de la Vida” (EC-256), se ha constituido como un espacio de enriquecimiento cultural y de integración social. Esta iniciativa, coordinada por Maribel Matamoros Sánchez y vinculada al Programa Integral de la Persona Adulta Mayor (PIAM) y la Escuela de Educación Física de la Universidad de Costa Rica (UCR), busca rescatar las raíces folclóricas costarricenses y promover el bienestar físico y emocional de sus participantes.

Folclore y rescate de tradiciones 

"Al Son de la Vida" es un proyecto con un enfoque integral en acción social, docencia e investigación. A través de espectáculos que mantienen los pasos y movimientos tradicionales de las coreografías costarricenses, el grupo preserva la autenticidad de las danzas y muestra el valor de la cultura local. En este sentido, ha desarrollado coreografías que respetan el patrimonio cultural, incorporando un enfoque de investigación en la historia de los trajes y bailes tradicionales que representan la identidad cultural.

El EC-256 incluye una labor de investigación y documentación que permitirá a futuras generaciones acceder a un legado cultural intacto. Entre las iniciativas se destaca la creación de un archivo digital de al menos 15 coreografías tradicionales y el desarrollo de trajes folklóricos inspirados en símbolos nacionales como la guaria morada y la carreta típica.

Como parte de sus esfuerzos por mantener viva la identidad cultural, Matamoros ha liderado la creación de una base de datos de juegos tradicionales costarricenses. Esta recopilación culminó en un libro titulado Matarile, rile, rilelón. Aprendo y juego con mis abuelitos, que incluye una variedad de juegos antiguos, como jackses, trompos, canicas y chilate. Los adultos mayores imparten talleres sobre juegos en escuelas y comunidades, creando un espacio para que los jóvenes descubran las tradiciones y la historia de sus abuelos.

Las actividades son recibidas con entusiasmo, beneficiando a más de 750 niños en escuelas de la Suiza de Turrialba, San José  y Limón, que participaron en talleres donde se les enseñaron juegos tradicionales. Al finalizar cada taller, las escuelas reciben dos ejemplares del libro para fomentar la conservación de las tradiciones en la comunidad educativa. “Fue maravilloso porque los niños jugaron rayuela, mecate, hulas hulas, rondas infantiles, jackses,  trompos”, agregó Matamoros. 

Impacto y calidad de vida

El impacto de "Al Son de la Vida" va más allá de la conservación cultural, ya que este grupo también mejora la calidad de vida de sus integrantes. El baile folclórico es una herramienta poderosa para mantener la vitalidad y el bienestar en la adultez mayor. La danza folclórica contribuye al desarrollo de la fuerza, la flexibilidad y el equilibrio, promoviendo una visión activa y saludable de la persona adulta mayor. Como afirma Matamoros: “bailar no solo es cuestión de aprender los movimientos; es un trabajo físico y mental que fortalece el cuerpo y rejuvenece el espíritu”.

En su tesis, titulada Efectos agudos y crónicos de la danza aeróbica y los bailes folclóricos en la capacidad funcional y estado de ánimo de personas mayores de 60 años, Matamoros demostró que el baile mejora la capacidad física de los adultos mayores,  su estado anímico y cognitivo, reforzando el valor de la actividad física en esta etapa de la vida.

Difusión del folclore en comunidades y espacios culturales

El proyecto promueve la cultura folclórica a través de presentaciones en instituciones y comunidades. Con más de 20 presentaciones programadas en los próximos años, el grupo se convierte en un embajador de la cultura costarricense, presentando danzas y tradiciones tanto a nivel nacional e internacional. 

El grupo fomenta el baile y comparte con el público el conocimiento profundo de la historia detrás de cada coreografía y trajes. “Tratamos de que los movimientos y pasos de los bailes  y coreografías con los adultos mayores sean nuestros y reflejen la identidad del costarricense” señala Matamoros. 

Geovana Sheik Valverde, integrante y fundadora del Grupo Al Son de la vida, destaca que ha  aprendido mucho y sobre todo ha mejorado su calidad de vida y ha adquirido  movilidad a través de la ejecución de 40 coreografías. “También me ha permitido ayudar a otros adultos mayores, ya que los involucramos en las actividades que buscan rescatar el folclore”.

El grupo proyecta crear un curso semestral sobre actividades folclóricas, en colaboración con el PIAM, que permita a otras personas aprender las danzas y tradiciones de Costa Rica. La idea es enseñar los movimientos y el manejo de accesorios como las enaguas y pañuelos, y quizá formar nuevos grupos de baile que continúen el legado de "Al Son de la Vida".