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José María Gutiérrez: “Debemos posicionar la Acción Social en nuestro estatuto”

El científico recibió el Premio Rodrigo Facio Brenes 2020 por sus aportes a las ciencias


Fecha de publicación:


Jue, 03/09/2020

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Autoría:


Eduardo Muñoz-Sequeira (Vicerrectoría de Acción Social)

img-noticia-“Tenemos mucho que aprender. Más allá de lo académico y lo técnico, acá tenemos un elemento ético de enorme significado”, afirmó José María Gutiérrez, Premio Rodrigo Facio 2020.  En la foto aparece con el Dr. Bruno Lomonte, ambos fueron parte de un equipo que realizó aportes al desarrollo de antivenenos contra la mamba negra. Foto: Anel Kenjekeeva

“Tenemos mucho que aprender. Más allá de lo académico y lo técnico, acá tenemos un elemento ético de enorme significado”, afirmó José María Gutiérrez, Premio Rodrigo Facio 2020. En la foto aparece con el Dr. Bruno Lomonte, ambos fueron parte de un equipo que realizó aportes al desarrollo de antivenenos contra la mamba negra. Foto: Anel Kenjekeeva

Para hablar del Dr. José María Gutiérrez Gutiérrez hay que devolver el tiempo unos 48 años. En 1972 ingresó a la Universidad de Costa Rica (UCR) y desde entonces se define a sí mismo como una persona interesada en los movimientos sociales y con deseos de hacer ciencia en su propio país.

Aunque es reconocido dentro y fuera del país por su trabajo científico en toxicología y sus aportes al desarrollo de sueros antiofídicos en el Instituto Clodomiro Picado de la UCR (ICP), su labor en rol social de la ciencia también es uno de los valuartes reconocidos por la comunidad universitaria y científica costarricenses.

Hoy, el nombre del Dr. Gutiérrez suma un nuevo galardón a su larga trayectoria: el Premio Rodrigo Facio Brenes 2020, entregado bianualmente por el Consejo Universitario de la UCR a quienes hayan destacado por sus contribuciones al desarrollo político, científico, social, económico y a la justicia social del país.

El trabajo del Dr. Gutiérrez se traduce en centenares de trabajos científicos sobre la bioquímica, inmunología y patología experimental de venenos de serpientes, publicados en revistas especializadas de todo el mundo, libros, conferencias y sobre todo, en haber guiado a gran cantidad de estudiantes de la Facultad de Microbiología en el diseño de sus trabajos de graduación finales.

Prácticamente desde que ingresó a dicha facultad como estudiante en 1974 se involucró de lleno con el trabajo que se realiza en el ICP, donde en 1976 fue nombrado como asistente de investigación. Su labor de docente suma décadas, las que ha logrado compaginar exitosamente con su trabajo científico.

En los primeros años de su carrera docente, entre 1978 y 1979 organizó un trabajo comunal en la comunidad de El Tablazo, en el cantón de Acosta. Ahí con estudiantes de Microbiología, Medicina, Agronomía, Ingeniería y Enfermería realizaban exámenes médicos, intervenciones de salud, asistencia agropecuaria, asesoría en entubamiento de aguas y análisis microbiológicos de las mismas. “Esto solo fue una continuidad de cosas que ya venía haciendo antes. En el ICP me encontré que no solo se hacía investigación científica, sino que existía un profundo compromiso social en todo lo que hacíamos”, comentó Gutiérrez.

El Dr. Gutiérrez se acogió recientemente a su jubilación y es profesor emérito de la Facultad de Microbiología, pero sigue haciendo investigación en el ICP y vinculado a las iniciativas de Acción Social del mismo, en actividades de educación continua a profesionales de la salud que tratan pacientes afectados por los envenenamientos por mordeduras de serpiente.

El nombre de José María Gutiérrez quedó escrito en la historia universitaria a la par de otros costarricenses renombrados ganadores del Premio Rodrigo Facio, como Manuel Mora Valverde, Isaac Felipe Azofeifa Bolaños, Jorge Manuel Dengo Obregón, Rodrigo Carazo Odio, Fernando Soto Harrison, Rodrigo Madrigal Nieto, María Eugenia Dengo Obregón, Hilda Chen-Apuy Espinoza, Jorge Romero Pérez, Guido Miranda Gutiérrez, Elizabeth Odio Benito, Daniel Camacho Monge y María Eugenia Bozzoli Vargas.

Vínculo renovado y nuevo contexto

“En su relación con el resto de la sociedad, la universidad debe comprometerse con una visión de país y de mundo que emerge de perspectivas centradas en la excelencia y la procura del bien común. En este contexto, la acción social constituye un eje central del trabajo universitario, al cual se le debe dar mayor atención de la que históricamente ha tenido. De los tres pilares académicos, la acción social es sin duda el menos reconocido en el imaginario institucional, algo que debe cuestionarse y transformarse”, dijo el Dr. Gutiérrez durante su discurso de aceptación del Premio Rodrigo Facio, entregado el pasado 26 de agosto con motivo del 80° Aniversario de la UCR.

De acuerdo con el galardonado, para renovar el vínculo universidad-sociedad ante la crisis sanitaria por el COVID-19 se requiere un cambio en las dinámicas institucionales que no permiten ubicar la Acción Social como el elemento esencial de esa vinculación.

“Hay que superar la separación de los pilares vitales, investigación, docencia y acción social. También, establecer un diálogo entre las diferentes disciplinas científicas que permita un análisis crítico de la exclusión y las disparidades sociales. La universidad no puede estar al margen de esa realidad”.

Para reposicionar la Acción Social como un pilar en la misma categoría que docencia e investigación primero deben resolverse aspectos institucionales postergados por mucho tiempo, en aras de lograr el bien común de la sociedad, comentó.

No es casual que, por ejemplo, no haya una sección dedicada a la acción social en el Estatuto Orgánico de la UCR, como sí las hay para docencia e investigación. Su posición claramente marginal pareciera ser una constante histórica. Esto se refleja en la poca prioridad que le confieren algunas autoridades de unidades académicas. También es claro que esta actividad es asumida en muchos casos por docentes en condiciones de interinazgo, con nombramientos inestables. Hay una escasa asignación de cargas académicas, y la misma tiene muy poco peso en los procesos de evaluación de régimen académico, además del limitado apoyo presupuestario y material a esta línea de trabajo institucional”, citó Gutiérrez como algunas de las falencias estructurales no resueltas a la fecha.

La construcción del conocimiento, y su aplicación al mejoramiento de la vida, es una tarea de carácter colectivo que trasciende el ámbito estrictamente académico. Requerimos forjar sistemas de vasos comunicantes multifacéticos, que nos permitan integrarnos profundamente al entorno colectivo que nos sostiene y al cual nos debemos”-

Gutiérrez enfatizó que la respuesta de la UCR al país ante la actual crisis generada por el COVID-19 es muestra de su enorme potencial, pero se debe ir más allá. La universidad requiere renovar y profundizar su relación social desde “una filosofía dialógica, horizontal, de mutuo aprendizaje y en el contexto de lo que Boaventura de Sousa Santos llama la ecología de saberes”, dijo en su discurso.

El Dr. Gutiérrez dijo que ante esos desafíos la comunidad universitaria en su conjunto, estudiantes, docentes, investigadores y personal administrativo, “debemos preguntarnos porqué hacemos lo que hacemos y esta discusión debe surgir de la base misma de cada unidad académica y preguntarnos cómo podemos hacerlo mejor”.

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