TCU abre nuevas posibilidades a personas adultas mediante la alfabetización
Proyecto brinda herramientas de lectoescritura basados en metodologías de la educación popular
Este año las clases se imparten los sábados en Rincón Maleza. Foto por Nathalie Hernández
Se trata del TCU “Educación sin Fronteras” (TC-618) de la Universidad de Costa Rica (UCR), que desde el 2017 ha desarrollado procesos de alfabetización para personas adultas que por distintas razones no lograron asistir o concluir los procesos de educación formal de primaria.
Cada proceso dura aproximadamente un año y el objetivo es que las personas que lo concluyen aprendan a leer y puedan expresarse a través de la escritura. Sin embargo, como los procesos de aprendizaje de cada persona son distintos se deja abierta la posibilidad de continuar el siguiente año para reforzar o practicar algún área de la lectoescritura.
La metodología se basa en los principios de la educación popular, por lo que las clases son mucho más dinámicas, lúdicas y cercanas, lo que permite que se genere un ambiente de confianza que facilita el aprendizaje. Al mismo tiempo la lectoescritura se convierte en una herramienta para pensar y reflexionar sobre otros temas políticos y sociales que atraviesan las realidades propias de las y los estudiantes, como la migración y el género.
La población que participa del proyecto es muy diversa tanto en género, edad, procedencia, así como en sus motivaciones para asistir al curso: conseguir un mejor trabajo, ayudarle a sus hijos en la escuela, desenvolverse mejor o simplemente porque fue algo que siempre quisieron hacer pero no habían tenido la oportunidad.
Así lo relata Vera Violeta Fernández, una de las estudiantes del curso, vecina de Pavas: “En el tiempo de antes yo no pude terminar de estudiar, a mí me tocaba cuidar a mis hermanos mientras mi mamá trabajaba y me dolió mucho porque mis hermanos sí pudieron estudiar y yo no porque era la mayor. Yo fui un tiempo a la escuela pero en mis recreos yo tenía que pedir permiso para venir a hacer el oficio de la casa, entonces no pude continuar. Fue hasta hace poco que supe de este proyecto y bueno aquí estoy muy contenta, aunque la gente me dice ‘Vera ya usted está muy mayor mayor’ pero no me importa, nunca es tarde porque yo quiero aprender a leer y escribir.”
Quienes asisten al curso resaltan que ha sido una gran experiencia tanto por las metodologías de las clases como por la forma de relacionarse que tienen las y los profesores “la forma en que ellos te tratan, la forma en que enseñan, la paciencia y el respeto que tienen, las dinámicas que desarrollan en clases son muy bonitas” comenta María Ignacia Sola, estudiante del curso, quien es migrante salvadoreña y actual vecina de Desamparados.
Los y las estudiantes de la UCR matriculados en este TCU tienen la posibilidad de planificar y desarrollar por completo las clases. Por lo que la experiencia es muy enriquecedora para el desarrollo profesional y personal.
“El proceso ha sido sumamente enriquecedor. El convivir con estas personas, el escuchar sus historias de vida y comprender cómo se han desenvuelto en una sociedad que es totalmente ajena a su realidad, resulta impresionante. Cada una de ellas ha desarrollado cantidades impresionantes de destrezas para enfrentar la cotidianidad y poder desenvolverse de la mejor manera en una colectividad que los invisibiliza y excluye. Considero que el aprendizaje durante este tiempo ha sido mutuo entre ellas y nosotras” explica Vivian Montero, estudiante de Trabajo Social.
Este año el curso se está impartiendo en Rincón Maleza, un espacio social autogestionado, ubicado en el centro de San José. En el lugar además de este proceso se desarrollan otros cursos y actividades culturales.
Un espacio de cuido y apoyo mutuo
Para Eduardo Bolaños, coordinador del TCU, además del objetivo principal que es brindar herramientas de lectoescritura a personas adultas, el proceso ha generado otros resultados igual de significativos. Gracias a la forma en que se desarrollan las clases, el curso se ha convertido para muchas personas en un espacio de escucha y contención emocional.
“El eje del TCU es partir del vínculo, es decir que la educación sólo es posible a través de los vínculos, el respeto, la empatía y no solo de la transmisión de información. También es muy importante que las personas puedan resignificar su historia personal, que la gente aprenda a decir su palabra, aprenda a decir su verdad, un poco lo que se propone es primero hacer una lectura de la realidad que conlleva a una lectura de la escritura, esto permite que las personas resignifiquen sus vivencias e historias” explica.
Muchas de las personas que asisten se encuentran en condiciones de vulnerabilidad social o poseen historias personales muy fuertes. Por lo tanto, el espacio les ha permitido abrirse y sentirse escuchados. Así también las clases son un momento de esparcimiento y de relacionarse con otros.
“Para mí es una experiencia muy bonita, super especial, porque aparte de que uno aprende, por la paciencia que tienen ellos con uno, también se tiene la oportunidad de hacer amistades y relacionarse más con las personas. Además de aprender mucho más cosas sobre el mundo que una ignora” comenta María Ignacia Sola.
Una necesidad oculta
Si bien Costa Rica tiene altos índices de alfabetización aún existe un grupo importante de personas que por situaciones de vulnerabilidad social no saben leer y escribir. Este es un hecho que se viven desde el silencio, la vergüenza y la culpa. Sin embargo, la necesidad existe y con este proceso de alfabetización ha quedado en evidencia.
“El afiche se ha compartido casi 1000 veces en redes sociales, llama muchísima gente, por cuestiones de espacio y metodología tenemos un grupo limitado de personas pero siempre hay gente esperando participar del proceso. Además nos han llamado de instituciones públicas y algunas ONG pidiendo capacitaciones para replicar el proceso, eso es un reflejo de que existe una necesidad real de estos espacios” explica Eduardo Bolaños.
El TCU tiene el propósito de apoyar y fortalecer espacios educativos alternativos al sistema tradicional de educación y la escolarización diurna. Además de este proyecto el TCU ha colaborado con otras organizaciones e instituciones con procesos afines como Transvida, Meriendas y Zapatos, Fundación Cultura sin Fronteras y con algunos colegios nocturnos como el Colegio Nocturno Leon XIII en San Pedro de Montes de Oca. Además han capacitado a otras instituciones públicas que desean replicar el proceso como Cruz Roja, Municipalidad de Guadalupe y el cuerpo de bomberos.
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